8/11/14

La catedral de las hostias

Pasaba yo ayer por unas calles por las que raramente voy cuando leí el nombre de un bar: La catedral de las hostias. Me pareció extraño el nombre, por lo que me fijé: ¡La catedral de las tostas! Me preocupé al principio y pensé: estoy perdiendo vista de lejos, tendré que ir al oculista. Pero después: tampoco será para tanto porque, aparte del tipo de letra que, seguramente, quien la puso debió de tomar por algo así como gótica, ¿qué más fácil asociación de ideas que la de un templo y el reparto de hostias? Me quedé más tranquilo. Seguramente no he sido el único que ha sufrido un espejismo semejante.

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