10/1/14

¿Antropomorfismo perruno?

Iba esta mañana por la calle cuando un perro suelto, seguido por su dueña, al cruzarse conmigo me ha empezado a ladrar —el perro, no ella—, con mi consiguiente susto porque ni siquiera lo había visto. La doña ha regañado al perro —"Bolero" o "Miqui" o "Yónatan" o como coño lo haya llamado: "¡quieto!" o "¡calla!" o algo por el estilo—, pero sin disculparse conmigo. Mi reacción, equivocada*, bien que me ha pesado luego, ha sido decirle al ama que a ver si llevaba al perro sujeto por la correa, como era su obligación. La respuesta ha sido que sí, que tenía razón, y le ha puesto la traílla. Como me había quedado la mala leche de que la tipa no se disculpara se lo he dicho: "Y se disculpa uno". A lo cual, ella: "Ya le he dicho que tenía razón". Yo: "Sí, pero eso no es disculparse". Ella —ya se le notaba que empezaba a calentarse—: "¡Pues ahora sí!: ¡gilipollas!" —fíjense no más: "ahora sí". O séase que ya lo había pensado desde que le llamé la atención sobre atar al perro con la correa—, al tiempo que se alejaba mandándome a paseo con un gesto de la mano.
          Bien, y ahora viene mi reflexión: ¿Cómo es que nunca, o casi, los dueños de los perros que reaccionan como el anterior se disculpan ante el caminante agredido? ¿Piensan, es un decir, en un antropomorfismo radical, que se disculpe el perro?, porque nunca les he oído decir algo como: "A ver, Chuchi, cariño, discúlpate con el señor". Pero, en vista de la perrolatría creciente, llegará.
             
* Equivocada porque es absurdo hacer cara a una falta de educación de un individuo al que no conoces ni vas a volver a ver. De hecho rara vez lo hago. Si el episodio que relato no lo tienes hoy con uno, lo tendrás mañana con otro, y claro no es cosa de tratar de educar a maleducados desconocidos. La próxima vez me morderé la lengua y seguro que después me siento mejor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario