18/11/13

Sobre la supuesta derogación de una doctrina

Sin duda está justificada la rabia de las víctimas y de sus familiares cuando queda en libertad un asesino. ¡¿Cómo no va a estarlo?!

Menos justificado me parece acudir a la puerta de la cárcel cuando los excarcelados, que lo son por haber cumplido su pena con arreglo a la ley, para increparlos, salen en libertad.

Pero lo que me parece repulsivo es el aprovechamiento que los medios —¡siempre los medios!— hacen de las emociones de las víctimas y de sus familiares. En esta explotación, y mi consiguiente asco, incluyo cosas como la del otro día de un periodista persiguiendo micrófono en ristre a un liberado, mien-tras corría a meterse en un coche, para preguntarle si se arre-pentía de los crímenes que había cometido. O seguir a otro seña-lando que sonríe. O resaltar que un condenado a tropecientos años de cárcel sólo ha cumplido 28. O ese estúpido e indecente cálculo de que el asesino ha salido a tantos años por cada asesinato.

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