26/5/13

Sobre los paraísos ciclistas nórdicos

Es fama en el mundo entero la ejemplaridad de ciudades como Amsterdam y otras nórdicas en el uso de bicicletas: "todo el mundo va en bici", dice el tópico. Y puede que el tópico se aproxime a lo verdadero, pero lo que no se suele decir es a costa de qué todo el mundo va en bici, que no es, según me parece, tanto a costa de los autos como de los peatones. Extraigo algunos párrafos de un artículo del blog Bicicletas, ciudades, viajes... Para el artículo completo puede consultarse: Son vikingos, son personas.

«[...]

Hablamos de Copenhague. Pero daría igual que nos fijáramos en cualquier otro pretendido paraíso ciclista en el pretendido mundo civilizado de la Europa Central y Nórdica. Para que nos demos por enterados: allá también hay problemas de convivencia con las bicis y entre las bicis. El debate está en los tabloides: los ciclistas muestran una prepotencia y una agresividad preocupantes. [negrita del autor]

Basta con aterrizar en cualquier ciudad ciclista y tratar de caminar o conducir algo que no sea una bici. Los ciclistas allá arriba intimidan, tocan el timbre y resultan amenazantes para el que no comparte su opción. Pero también para el que la comparte y no la practica con ese ímpetu y determinación con la que ellos y ellas reman en sus ciclonaves. Palabra.

Es condición humana, por supuesto, pero hay que dejar constancia de ello porque muchas veces nos abducen con todo su aparato mediático y su pose altiva y pretenciosa. Allá también andan a bocinazos aunque no toquen la bocina, allá también muestran la faceta más depredadora de la circulación, allá también se aprovechan de las prebendas para intimidar al prójimo, sea correligionario o no.

[...]».

15/5/13

"Que no se despierte"

Conocía esta canción del poeta Agustín García Calvo, pero no cantada por la emocionante voz de Amancio Prada. Hace poco dí por azar con ella en el youtube. Copio al final la letra original.




                               Que no se despierte.
                     La niña que duerme a la sombra
                                que no se despierte;
                     que duerme a la sombra del árbol:
                                que no se despierte;
                     a la sombra del árbol granado
                                que no se despierte;
                     granado de ciencia del bien,
                                que no se despierte;
                     de la ciencia del bien y del mal
                               que no se despierte.
                     Que no despierte, que siga
                                dormida la muerte;
                     que siga a la brisa del ala
                                la muerte dormida;
                     a la brisa del ala del ángel
                                dormida la muerte;
                     del ala del ángel besada
                                la muerte dormida;
                     del ángel besada en la frente
                                dormida la muerte;
                     besada en la frente de lirio
                                la muerte dormida;
                     en la frente de lirio a la sombra
                                dormida la muerte
                     que no se despierte, que siga
                                dormida la niña,
                     que no se despierte, no.

¡Qué maravilla de voz, de letra, de acompañamiento musical, de coro!

8/5/13

La tauromaquia según Mairena

«Vosotros sabéis [habla Mairena a sus alumnos] mi poca afición a las corridas de toros. Yo os confieso que nunca me han divertido. En realidad, no pueden divertirme, y yo sospecho que no divierten a nadie, porque constituyen un espectáculo demasiado serio para diversión. No son un juego, un simulacro, más o menos alegre, más o menos estúpido, que responda a una actividad de lujo, como los juegos de los niños o los deportes de los adultos; tampoco un ejercicio utilitario, como el de abatir reses mayores en el matadero; menos un arte, puesto que nada hay en ellas de ficticio o de imaginario. Son esencialmente un sacrificio. Con el toro no se juega, puesto que se le mata, sin utilidad aparente, como si dijéramos de un modo religioso, en holocausto a un dios desconocido. Por esto las corridas de toros, que, a mi juicio, no divierten a nadie, interesan y apasionan a muchos [¿cada vez a menos?]. La afición taurina es, en el fondo, pasión taurina; mejor diré fervor taurino, porque la pasión propiamente dicha es la del toro».

(Antonio Machado, Juan de Mairena, XXXVI)

La cursiva de la frase del texto citado es mía. Algo así sospecho yo: el aburrimiento mortal, que estará en gran parte vinculado, precisamente, al hecho de que la "Fiesta" sea objeto cultural. Así es que, señores culturaistas, para ustedes la perragorda: los toros son cultura.

3/5/13

"Bicicletas despóticas"


Revista de prensa

En escasas ocasiones he leído a Arcadi Espada desde que hace años dejó de publicar en El País. Por eso, al artículo que copio a continuación he llegado indirectamente, a través de otro blog, CIUDAD CICLISTA, que frecuento. Puedo decir que estoy de acuerdo con él prácticamente en su totalidad. Había pensado en destacar las frases —con cursiva— que considero un gran acierto de expresión, pero he desistido porque se me empezaban a amontonar, así es que lo trascribo tal cual.

«Hay ciertos consensos transversales que mejor no te atrevas a tocar. Uno es la licencia para atentar contra la propiedad intelectual de los otros. Otro es la bicicleta. Esta mañana, donde Herrera, salía nuestro andaluz profesional a defender las virtudes del mecanismo, porque al parecer pedalea cada mañana durante ciento cincuenta metros, de casita a la radio, con el iPod en el oído susurrándole alegrías tirititrán, mientras respira a pleno pulmón azahar y sevillanismo. Naturalmente esa experiencia no tiene nada que ver con la bicicleta sino con el nivel de vida. Y nada que ver con la experiencia urbana de la bicicleta en ciudades como Barcelona. Toda la buena prensa del ingenio se basa en su presunta fragilidad, humanísima, frente al automóvil. En esas comparaciones, ¿quién no podría apostar por la forma alada de vivir y deslizarse? Pero esa no es la comparación ni adecuada ni real. El uso urbano de la bicicleta se ha generalizado a costa del espacio del peatón, que no del espacio del automóvil. La bicicleta y los ciclistas, infectados de la superioridad moral ecológica, que destaca por desdeñosa e irracional entre las de su gremio, se han añadido como un consistente peligro más a la azarosa vida del paseante urbano. Con una particularidad desastrosa: las reglas que ha de cumplir el ciclista son mucho más porosas, flexibles y opinables que las que debe cumplir el automovilista. La incertidumbre del andarín ha crecido de un modo muy desagradable. Pero guárdate de decirlo, johnnie walker: pocos casos tan nítidos como el de la bicicleta para ilustrar que el principal instrumento del despotismo es hacerse la víctima».