14/5/11

«Guía carrilbicista para la campaña electoral»

Este post lo he copiado, con el mismo título, del blog firmado por Txarli, El carril-bici es el opio del pueblo ciclista. Gracias al autor por su permiso para esta copia.

«Estimado candidato: como usted sin duda sabe, los temas de movilidá y sostenibilidá están adquiriendo una importancia creciente entre los votantes, y por tanto también deben tenerla para usted en su esfuerzo a ganar las inminentes elecciones, en cuya campaña nos encontramos. Los temas de movilidá y sostenibilidá constituyen un campo relativamente nuevo e inexplorado, están plagados de clichés e ideas preconcebidas entre los votantes y requiere un tratamiento cuidadoso en sus intervenciones públicas. Para orientarle en esta área y facilitarle esta tarea, el Partido ha preparado un conjunto de recomendaciones que esperamos le sean informativas y útiles.

Carril-decálogo electoral

1. Supere sus escrúpulos morales (si los tiene) y su sensación de ridículo.

Si usted está en el poder y no es completamente estúpido, usted no podrá evitar darse cuenta de que, con toda probabilidad, gran parte de los carriles-bici que ha construido usted durante su mandato, y que ahora en la campaña electoral está intentando rentabilizar políticamente, son sencillamente mierda impresentable y peligrosa para la que no existía ni necesidad ni demanda social. En ese caso, es posible que usted tenga reparos éticos, o simplemente sienta una muy comprensible vergüenza, ante la idea de beneficiarse políticamente de semejante basura; usted debe liberarse de esas reticencias tan perjudiciales para su rendimiento político, y para ello hay algunos puntos que usted puede recordar:
● Es físicamente imposible hacer bien los carriles-bici, así que usted no es responsable de que salgan mal: usted lo ha hecho lo mejor que ha podido; y, desde luego, nadie habría podido hacerlos mejor. En definitiva, usted no tiene la culpa de que el “carril-bici” sea un concepto absurdo y peligroso producto de una ideología delirante que ha convertido los problemas de sostenibilidad y movilidad urbana en una farsa. Al fin y al cabo, la política es un servicio público, y si los electores a los que usted sirve están locos, pues su deber es atender a su locura.
● Aunque usted sepa que los carriles-bici que ha hecho son mierda, el público a quien usted se dirige no lo sabe: por un lado, la mayor parte del público seguramente ni siquiera ha prestado atención al carril-bici, no tiene intención de utilizarlo, y simplemente quiere oir hablar de sus “logros”, incluso aunque no le importen; por otro lado, el público que sí lo ha visto cree que esa mierda que usted ha hecho es “lo normal”, lo que se hace en Uropa, una señal de progreso, algo de lo que se puede estar orgulloso. En consecuencia, cualquier idiotez que usted diga alabando los carriles-bici encontrará siempre un aplauso en alguna parte del público.
● Aunque no existiese necesidad o demanda social para los carriles-bici, la gente no lo sabe: la gente cree que “otros” quieren el carril-bici; así que basta que usted diga que la construcción de la carril-mierda obedece a una demanda social para que en la opinión pública de su clientela política esa demanda ficticia se convierta en real: sus propias declaraciones como político crean la demanda ¿qué más poder puede pedir usted?
Si usted está en la Oposición y no es completamente estúpido, usted no podrá evitar darse cuenta de que, aunque los carriles-bici que ha construido el Ayuntamiento reinante son mierda impresentable y peligrosa para la que no existía ni necesidad ni demanda social, en realidad el Ayuntamiento los ha construido para beneficiarse políticamente de una dinámica política y social delirante, y usted no habría actuado de forma distinta. En ese caso, es posible que usted tenga reparos éticos, o simplemente sienta una muy comprensible vergüenza, ante la idea de subirse al carro para beneficiarse políticamente de semejante delirio colectivo; usted debe liberarse de esas reticencias tan perjudiciales para su rendimiento político, y para ello hay algunos puntos que usted puede recordar:
● Es físicamente imposible hacer bien los carriles-bici, y usted difícilmente podría hacerlos peor que el Ayuntamiento reinante, así que todo se reduce a quien es el que los hace, aunque sea mal. En definitiva, usted no tiene la culpa de que el “carril-bici” sea un concepto absurdo y peligroso producto de una ideología delirante que ha convertido los problemas de sosteni-bilidad y movilidad urbana en una farsa. Al fin y al cabo, la política es un servicio público, y si los electores a los que usted sirve están locos, pues su deber es atender a su locura.
● Aunque usted sepa que los carriles-bici que podría hacer son mierda, el público a quien usted se dirige no lo sabe: por un lado, la mayor parte del público seguramente nunca va a utilizar la bici ni el carril-bici, y simplemente quiere ver que “se está haciendo algo”; por otro lado, el público que sí utilizará el carril-bici cree que esa mierda que usted va a hacer es “lo normal”, lo que se hace en Uropa, una señal de progreso, algo de lo que se puede estar orgulloso. En consecuencia, cualquier idiotez que usted diga alabando los carriles-bici encontrará siempre un aplauso en alguna parte del público.
● Aunque no existiese necesidad o demanda social para los carriles-bici, la gente no lo sabe: la gente cree que “otros” quieren el carril-bici; si usted se opone a esa percepción, usted será tachado de “retrógrado” y sus posibilidades de llegar a la alcaldía disminuirán en consecuen-cia.
En resumen, y como decíamos al principio, aparque usted sus escrúpulos morales y su sentido del ridículo: son incompatibles con cualquier política carrilbicista.


2. (Si está usted en el Poder:) Construya carriles-bici.

Vale, esto no es algo que uno pueda hacer de la noche a la mañana durante la campaña (ya es un poquito tarde para ello), pero es algo importante a recordar para todo momento: construya usted carriles-bici. Da igual que sean malos, da igual que sean objetivamente peligrosos, da igual que sean innecesarios, da igual que sean caros, da igual que no exista demanda real para ellos: construya carriles-bici porque, seamos francos: usted no puede aspirar a adquirir el marchamo de “político de progreso” sin construir un carril-bici. En estos tiempos de progresismo de chicha y nabo, un político que tiene un carril-bici tiene un tesoro, como vamos a ver en los puntos siguientes.

Si usted no puede (por falta de dinero, por imposibilidad manifiesta, porque sencillamente no cree en ello, o cualquier otro motivo) construir carriles-bici, haga planes grandilocuentes para construir carriles-bici. Cuanto más grandilocuentes e infactibles, mejor. Estos planes (normalmente llamados “Plan Director de la Bicicleta”) son, básicamente, carriles-bici de papel que tienen la ventaja de que son mucho más baratos que los carriles-bici reales, dan también al público la sensación de estar haciendo algo importante sin en realidad hacer nada sustancioso, y permiten aplazar las obras todo el tiempo que sean necesario. Un buen “Plan Director de la Bicicleta” tiene que ser un documento bien gordo, con muchas páginas y lleno de planos, fotos y diagramas con cortes de calles, para que se pueda presentar con tono serio en una rueda de prensa y parezca digno de un político de empaque. Un buen “Plan director de la Bicicleta” permite amortizar incluso el carril-bici más cutre, porque teniendo un “Plan Director de la Bicicleta” incluso 50 metros de carril-bici hechos en un rincón ya no son simplemente 50 metros de carril-bici: son “Parte de El Plan”. Además, en el peor de los casos, si usted pierde las elecciones, el haber preparado un “Plan Director de la Bicicleta” bien gordo le pone en una posición estupenda para exigir al nuevo Ayuntamiento que lo ejecute, o acusarle de ser “anti-bici” si no lo hace (ver punto 3).


3. (Si está usted en la Oposición:) Critique los carriles-bici que ha construido el Ayuntamiento existente y prometa que usted construirá más.

Su papel como Oposición es más sencillo que el del partido en el Poder, dado que usted no tiene que enfrentarse a la realidad kafkiana de intentar construir carriles-bici que no sean ni peligrosos ni dañinos socialmente ni inútiles ni simplemente ridículos. Sin embargo su tarea también tiene sus dificultades: su papel es criticar la política de carriles-bici del Ayuntamiento reinante sin dar en ningún caso la sensación de que los carriles-bici son innecesarios o contraproducentes. Por tanto, sus intervenciones como Oposición sobre los carriles-bici del Ayuntamiento deben limitarse a los siguientes mensajes:
●Los carriles-bici que hay o se están constru-yendo son pocos.
● Los carriles-bici construidos están mal hechos (sólo los construidos por su oponente: los construidos por su partido en alguna legislatura anterior deben considerarse correctos o, si tienen defectos, estos serán causados por la falta de mantenimiento del Ayuntamiento reinante).
● La política de construcción de carriles-bici es demasiado lenta.
● Nosotros (El Partido X-Oposición) haríamos más y los haríamos mejor y más rápidamente.
En esta labor, usted puede también organizar sesiones fotográficas o “paseos por el carril-bici” para demostrar la existencia de “puntos negros” en el trazado del carril-bici. Encontrar esos “puntos negros” es sencillo: usted puede escoger un punto al azar del carril-bici y la probabilidad es del 95% de que allí habrá un punto negro.

Evite por todos los medios ser fotografiado montando en bicicleta con naturalidad por la calzada entre el tráfico, si no es con el objetivo explícito de mostrar lo incómoda e intransitable que es una vía sin carril-bici (todavía) para exigir un nuevo carril-bici en ella. Estas fotografías de usted circulando por la calzada pueden transmitir el mensaje contraproducente de que es posible circular en bicicleta con naturalidad, y que por tanto los carriles-bici que usted promete construir son innecesarios.


4. (Si está usted en el poder:) Elogie los carriles-bici que ha construido, presuma de ellos y prometa más.

Por supuesto, gastar un dineral en carriles-bici no le va a a rentar nada políticamente a usted si en el momento apropiado (ahora sí: durante la campaña electoral) no los exhibe como logros de su gestión. Usted debe programar cuidadosamente las inauguraciones, las sesiones de fotos, las ruedas de prensa y las conferencias para conseguir el máximo efecto. Puede incluso programar “Congresos Mundiales sobre el carril-bici” estratégicamente próximos a la campaña electoral.

Si no puede organizar un Congreso, escenificaciones más sencillas, como realizar un “paseo en bici por el carril-bici” pueden también tener un gran poder mediático, con los periodistillas locales encantados de poder fotografiar al alcalde en un acto tan exótico como es montar en bicicleta. Usted debe tener gran cuidado de asegurase que el paseo en bici sólo lo realiza por tramos del carril-bici mínimamente presentables (que no sean ridículamente estrechos, peligrosos o directamente intransitables). Esto, por supuesto, debe preverlo durante la construcción del propio carril-bici: usted debe asegurarse de que el carril-bici que construya tiene al menos un tramo (a ser posible de 50 metros o más) donde puedan tomarse fotos que no induzcan a la hilaridad de los ciclistas críticos o de la Oposición.


5. (Si está usted en el poder:) Atribúyase el mérito de cualquier aumento en el uso de la bicicleta que se esté detectando en la ciudad.

Como usted sabe, el uso de la bicicleta está aumentando en su ciudad. Usted debe capitalizar políticamente esta tendencia transmitiendo a sus electores el mensaje de que si la bicicleta aumenta no es porque a los usuarios les apetezca usarla ni nada parecido: es gracias a los esfuerzos suyos (y del Partido, claro está).

Para ello, como primera medida es importante que usted construya carriles-bici. Así podrá establecer visualmente una correlación: “Hay mas bicis y hemos hecho carriles-bici. Ergo, las bicis son gracias a nuestros carriles-bici”. Da igual que en realidad el aumento de las bicis haya comenzado antes de sus carriles-bici, o que sus carriles-bici sean inutilizables, peligrosos, ridículos o insignificantes en relación al uso real de la bici: a nivel de propaganda política, cumplen su función perfectamente.

Una vez construido algún carril-bici para atribuirse el mérito, usted puede medir el uso de la bicicleta, exagerando convenientemente el crecimiento, o inventárselo directamente, como el Ayuntamiento de Sevilla. Por supuesto, usted no tendrá medidas de uso anteriores a la construcción de los carriles-bici (¿qué sentido tiene medir el uso de la bici si no hay carriles-bici?) así que usted podrá inventarse también esa cifra, minimizándola como corresponda para maximizar la diferencia entre “el antes” y “el después” de los magníficos carriles-bici que ha construido.

Por supuesto, el uso de la bicicleta está aumentando en todas las ciudades, pero eso no importa porque en principio sus electores no lo saben, y aunque lo sepan, todos los alcaldes de todas las otras ciudades están en el mismo juego de atribuirse el mérito de su crecimiento, así que todo encaja.


6. Condicione el uso de la bici a la construcción de carriles-bici. En ningún caso, y bajo ningún concepto, cuestione usted la necesidad de construir carriles-bici.

Usted debe evitar en todo momento dar a entender, implícita o explícitamente, que es posible usar la bicicleta sin carriles-bici (vea en el punto 4 la necesidad de no dejarse fotografiar en una bici en una calle normal). Cualquier uso posible de la bicicleta viene dado por las infraestructuras que usted está construyendo o promete construir.

6 [bis]. Truque lo datos. Diga generalidades. Evite entrar en detalles. Avergüence a los críticos de las “infraestructuras ciclistas”.

La técnica básica de trucado de datos ha sido ya mencionada en el punto 5, y consiste en exagerar el nivel de uso actual, ningunear el nivel de uso anterior a sus estupendos carriles-bici, y asociar la diferencia a su proverbial visión política a favor de las “infraestructuras ciclistas”.

Además de trucar los datos, usted dispone de un limitado pero eficaz repertorio de tópicos y frases manidas de probada eficacia para embaucar a su electorado: la “sostenibilidad”, la “seguridad”, “la salud”, el “derecho de todos a desplazarse”, etc. que aunque no significan nada o sean incluso manifiestamente falsos, suenan siempre bien a los ignorantes y resultan útiles para acallar cualquier crítica por certera que sea. ¿Quien puede atreverse a cuestionar la necesidad (o a criticar la calidad) de una infraestructura que se hace para “posibilitar que los niños de 8 años puedan ir cada dia al asilo y los viejos de 80 puedan ir al parvulario?

Recuerde: en estos tiempos, oponerse a algo que venga empaquetado con la etiquetas de “sostenible”, “ecológico”, “solidario” etc. es un suicidio político inmediato. Usted tiene que asociar su creación de carriles-bici con estas etiquetas, y las críticas contra ellos con las contrarias: “insostenible”, “contaminante”, “insolidario”, etc. Esta estrategia tiene distintas aplicaciones según el sector social que hace la crítica:
● Si la crítica viene de un grupo político más a la derecha que el suyo, usted lo tiene fácil: basta con acusarles de “reaccionarios”.
● Si la crítica viene de un grupo político más a la izquierda y “progresista” (al menos nominalmente) que el suyo, usted puede emplear la ironía, acusándoles de incoherencia y utilizando su oposición al carril-bici como demostración de que en realidad ni son progresistas ni defienden intereses de los “grupos más vulnerables” ni los valores del futuro (ya sabe: sostenibilidá, ecología, solidaridá, etc.).
● Si la crítica viene de un grupo social independiente (como una asociación de comerciantes, de vecinos o de peatones), usted puede mostrarse condescendiente diciendo que no entienden la iniciativa, o acusarles de defender sus intereses corporativos por encima de “el bien común”, o simplemente insinuar que se oponen al carril-bici por otros intereses (probablemente porque están al servicio del partido opositor).
● Si la crítica viene (por inverosímil que parezca) de un colectivo ciclista, usted puede utilizar los mismos eslóganes descalificadores que para un grupo social general (ver más arriba), y además acusarles de ser unos elitistas que, como no necesitan los carriles-bici, no se preocupan de las necesidades de los ciclistas “normales” y no están realmente interesados, como usted, en “que todo el mundo pueda ir en bici”.

7. Evite mencionar los accidentes en carril-bici. Culpe a los automovilistas. Diga que el carril-bici es para “uso lúdico”. Oculte su incompetencia detrás de “problemas de civismo”.

Los accidentes en el carril-bici, por definición, no existen. Si se produce un accidente en un carril-bici es, por definición, debido al incivismo del automovilista, que no respeta una infraestructura tan sostenible como la que usted ha proporcionado a la ciudad. Si la situación en el carril-bici se hace tan manifiestamente peligrosa que los eslóganes anteriores no sirven, siempre puede usted decir, como ha hecho recientemente el Ayuntamiento de Huesca, que “el carril-bici está diseñado para uso lúdico, no para desplazarse por él”.

Los conflictos con peatones en el carril-bici, por definición, no existen. Si se produce un conflicto con peatones es, por definición, debido al incivismo del peatón, que no respeta una infraestructura tan sostenible como la que usted ha proporcionado a la ciudad. En ese caso usted puede, como el Ayuntamiento de Sevilla, redactar una ordenanza local de peatones y ciclistas que enseñe a los peatones cual es su sitio, so pena de multa (digamos, 90 euros parece una cifra razonable) si invaden el carril-bici.


8. En ningún caso critique usted a los cicleatones ni exiga disciplina a los ciclistas.

Los cicleatones y los ciclistas son el futuro de la ciudad, tenga eso en cuenta: cosas como circular por la calzada, pararse en los semáforos en rojo y respetar los espacios peatonales son cosas del pasado, del modelo de ciudad centrada en el automóvil.

9. Si usted no cree en la construcción de carriles-bici, no diga nada sobre bicicletas.

El motivo es evidente: si no se construyen carriles-bici, no se puede hacer nada más para promover la bicicleta, así que en ese caso lo mejor será que barra discretamente el tema a algún rincón oscuro y silencioso de su programa electoral.

10. En ningún caso, y bajo ningún concepto, debe usted enfrentarse a los colectivos carrilbicistas de su localidad.

Recuerde que los colectivos carrilbicistas de su localidad tienen el monopolio de la sosteniblidad, de la ecología y de la modernidad yupiguai; su representatividad es absolu-tamente nula, pero tienen el fervor que siempre muestran los autoproclamados santos en todas las religiones: son gente peligrosa, no se enfrente a ellos. Si no puede sacárselos de encima, puede intentar distraerlos gastando algunos millones de euros en crear un anillo ciclista inútil pero inocuo en algún lugar de las afueras de la ciudad; si usted permite que se le suban a las barbas, puede acabar gastando cantidades absurdas de dinero en destripar la ciudad del modo horrendo que lo ha hecho el Ayuntamiento de Sevilla bajo la influencia de su grupo carrilbicista local».
Fin de la transcripción.

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