29/12/10

Manifiesto peatonal

Es conocido por todos los alcorconeros, a poco que anden por las calles, cómo el populismo de nuestro Ayuntamiento está dando fin a la obra de los carriles-bici —los no sabemos cuantos km. proyectados, cuya cinta de inauguración se encargará de cortar cuando proceda el concejal correspondiente de la cosa—, obra que viene perpetrando desde hace meses a presión del lobby ciclista y a fin de no perder el carro de la ecología —¡ese mantra moderno!— para no ser menos que otros partidos, de hecho para no ser menos que ningún otro partido, puesto que todos ellos se apuntan a lo mismo, contando, además, con el apoyo mayoritario y borreguil de la población, que no se atreve a protestar contra la circulación de bicicletas por las aceras, y que considera tal construcción como el no va más, como lo más genuino, de lo políticamente correcto.

Porque, en efecto, de eso se trata, de que el carril se ha construido en contra de los peatones, robándoles el espacio hasta ahora sagrado para ellos de la acera, fabricando cruces infames entre carriles y aceras, así como invadiendo los pasos de peatones con o sin semáforo, y todo ello sin arrebatar ni un solo metro al sacrosanto automóvil, que tendría que haber sido, como vehículo, el que hubiera pagado el pato del invento del carril-bici. (Otros, quizás con mucha mayor precisión, hablan de aceras-bici). O eso o las bicicletas a circular por la calzada. Pero, en todo caso, quede claro que los firmantes del presente manifiesto no pretenden, ni tampoco sugieren, que las bicicletas se vayan por la calzada. Este es un problema que, como a peatones y señores de la acera, no nos atañe y que, en todo caso, tendrán que ser los ciclistas quienes le reclamen la solución al Ayuntamiento, o a quien sea, sin que nosotros tengamos por qué proponer ni sugerir siquiera solución ninguna. Lo que aquí se reclama es la defensa de la acera en exclusiva para los peatones.

Así pues, por el presente manifiesto, y como primera medida para defender nuestra acera de las bicicletas y partiendo de la base de que el carril-bici es acera y cruces de peatones usurpados al peatón y —parafraseando a los mayistas del 68— teniendo en cuenta que debajo del carril-bici está la acera gritamos:


¡Peatón, circula por el carril-bici!

¡Recuperemos nuestro espacio!

27/12/10

Harto de El País (VII)

Últimamente, hoy por ejemplo, parece que el diario le está cogiendo gusto a dedicar la página 2 a publicidad, con lo que al pasar la primera se da uno de sopetón con el anuncio a toda página, que es lo que, evidentemente, pretende el contratante. Pues bien, yo me estoy hartando de semejante truco y con él añado otro agravio más a la decisión cada vez más clara de acabar por no comprar el periódico. A ver si cunde mi malestar entre los lectores y El País acaba llevando en el pecado la penitencia.

13/12/10

Caminando 'al lado' del carril-bici

Salí el sábado por la tarde, antes que anocheciera, a dar un paseo por una zona de Alcorcón donde ya está en funcionamiento el carril-bici, caminando por la acera, más o menos en paralelo al carril, construido en esta zona en su mayor parte recortando terrenos de parque o de césped o dejando en algunos tramos una acera de poco más de metro y medio.
       El caso es que fui muy atento a ver cuántos ciclistas me encontraba. El paseo, más bien caminata a paso vivo, duró, entre ida y vuelta —ésta por la acera opuesta, pero desde la que también alcanzaba a ver el carril ciclista—, cerca de una hora. Pues bien, en este tiempo ví... tres ciclistas ¡tres!: dos por su carril, lo cual, teniendo en cuenta que es bidireccional, no se puede hablar precisamente de éxito; el otro, por la calzada, al llegar a un cruce, saltándose el semáforo en rojo, hizo frenar a un coche, que salía por su derecha con su semáforo en verde, para no llevárselo por delante. A los pocos metros ví cómo el tipo de la bici se metía por la acera. También pude observar gente paseando por el carril bici, algunos con cochecito de niño o paseando al perro; otros corriendo, haciendo footing o troting o lo que sea. En ocasiones es inevitable, al llegar a algunas intersecciones —¡las hay infames!—, que el peatón tenga que cruzar el carril, incluso, a veces tiene que esperar metido en él a que se abra el semáforo. Es más, como algunos semáforos son de los de "peatón pulse", para pulsar hay que cruzar —o no, según la posición— el carril de la bicicleta.
       Lo paradójico de que el carril fracase es que a los peatones, al menos en cuanto tales, no puede producirnos sino alegría. En efecto, si se tiene en cuenta que el carril no está integrado en el transporte general de la ciudad, en contra de lo que el Ayuntamiento proclama con jerga municipal, sino que lo que hace es segregar de la calzada la circulación de bicicletas y solaparla de forma más o menos clara en las aceras, siempre en perjuicio del peatón y, desde luego, siempre con molestias para él, quiere decirse que, como es imposible construir un carril que llegue a todas partes (¿?), al menos sin un grave quebranto para los coches y mucho más grave aún para los peatones, de alguna manera tendrá que ir el ciclista desde su puerta a enlazar con el carril —y, a la vuelta, desde éste a su puerta—. Sólo se me ocurren tres: a) por la calzada; b) andando por la acera con la bici del manillar —risum teneatis?—; y c) circulando por la acera con la bicicleta. No sé en qué proporción se decidirán los ciclistas por cada una de las tres posibilidades, aunque me temo por cual optará la mayoría de ellos.
       Sea como sea, lo que sí parece seguro es que cuanto más se utilice el carril, más bicicletas por las aceras. Pero si no se utiliza, si es un fracaso de uso, los alcorconeros habremos costeado una obra inútil. De otra manera: en la medida en que el carril tenga éxito aumentará la circulación de bicis por las aceras, y en la medida en que no, habremos contribuido a pagar una inutilidad. Así que, bien como peatones, bien como contribuyentes, nos podemos dar por jodidos.

5/12/10