7/8/10

Las islas escatológicas

El basural (II)

Con ser muy malo, no es la montaña de bolsas, cartones, envases, etc. que durante días se forme alrededor de los contenedores, con las consecuencias antiestéticas y de malos olores —de vez en cuando se queda la zona despejada—, lo peor de las islas escatológicas, sino la mugre del interior que no se ve y que con toda seguridad es un foco insalubre y la causa principal del hedor en esta época.
     Es decir no lo que durante horas o días pueda estar a la vista sino lo que queda oculto y que, además, es prácticamente imposible limpiar, algo que el Ayuntamiento debió tener en cuenta antes de instalar este sistema de recogida de basuras tan ecológico: ni el interior de los contenedores ni el foso de cemento donde estos van incrustados hay manera de limpiarlo, salvo, naturalmente, que se destinara una cantidad de recursos a su limpieza que supondría la bancarrota del Ayuntamiento.
     Me temo que estamos condenados a soportar esta mierda indefinidamente, dando igual el color del Ayuntamiento.

6/8/10

El basural

Desde la entrada en funcionamiento en Alcorcón de las llamadas «islas ecológicas» el aumento de la mugre y los malos olores en esta ciudad no ha hecho sino aumentar, prácticamente por cualquier calle por dónde se camine. Es muy frecuente ver cómo se amontonan bolsas al pie de los contenedores y cómo en cuanto llegan los primeros calores el hedor empieza a extenderse.
       La causa del amontonamiento es con frecuencia el mal uso por parte de vecinos que muchas veces producen atascos innecesarios en la boca del contenedor, incluso a veces se limitan a depositar la basura a los pies de estos —yo lo he visto— sin molestarse en introducir la bolsa. Otras veces el tamaño de ésta les dificultan depositarla en el contenedor, aunque no tanto por el tamaño en sí sino porque no se molestan ante la más mínima dificultad. Y tampoco es tan difícil, por muy grande que sea la bolsa —aparte de que lo lógico es usarla de un tamaño que luego se pueda introducir en el depósito, un tamaño doméstico—.
       Pero el caso es que por unos motivos o por otros las «islas ecológicas» —voy a dejar de utilizar el nombrecito para dejárselo a ELLOS en exclusiva— son auténticos muladares cuya responsabilidad corresponde al Ayuntamiento, independientemente del comportamiento de los ciudadanos, para eso tiene —o tiene que tener— suficiente poder sancionador y de vigilancia. Pero lo más eficaz que han hecho en los últimos meses ha sido una campaña publicitaria adhiriendo a los contenedores unas pegatinas con unas leyendas que dicen algo como: «Con el medio ambiente [e. e. lo que toda la vida se ha llamado 'limpieza'] echa el resto. Pero échalo dentro.» ¡Qué ingenioso, ¿verdad?!
       Por otra parte, la limpieza interior de los contenedores —salvo la especie de lavado de cara que de tarde en tarde les hacen— es muy difícil de realizar y de hecho raramente se hace y cuando se hace debe de quedar más mugre que la que quitan, con lo cual se debe de estar fijando una especie de costra crónica que, lógicamente, va oliendo cada vez peor. Y así ha ocurrido este verano —o al menos me lo ha parecido—: huele peor que en los anteriores.       Y en lo del nombre:


¡¡¡No digas islas ecológicas! ¡Di escatológicas!!!

2/8/10

Patriotismo

Sin duda se equivocó Juan Benet cuando en junio del 82, con motivo de la mundial del fúrbol organizada aquí, publicó su artículo La pesadilla sin vuelta.
    El título hacía referencia a que, estadísticamente hablando, al menos durante varias generaciones, ya no conoceríamos otro campeonato.
    Pero no ha hecho falta que se organizara aquí para la vuelta de la pesadilla: ha sido suficiente con los barruntos de victoria (y victoria final) del equipo Nacional. ¡Dios mío! ¡¿Qué habría pasado, con el patriotismo decepcionado, si hubieran perdido en la final?! ¡¿Qué habrían dicho los apabullantes periódicos y televisiones, Virgen Santa?!
    El patriotismo... esa patología.